To mark World News Day on September 28, 2022, the World News Day campaign is sharing stories that have had a significant social impact. This particular story was shared by Organización Editorial Mexicana (OEM).
Son madres, hijas, hermanas y esposas las que se arman de palas, picos y varillas.
MATAMOROS, Tamps.- Tamaulipas vivió en 2010 una de las páginas más negras de su historia: 72 migrantes asesinados y enterrados en fosas en el municipio de San Fernando, el homicidio de un candidato priista a gobernador a pocos días de la elección y el recrudecimiento del olvido de las carreteras, caminos de nadie donde la gente desaparecía para jamás volver. A más de una década, un grupo de mujeres identificó un campo de exterminio donde avivó la esperanza de encontrar los restos de familiares ausentes: La Bartolina.
La ruptura entre el Cártel del Golfo y Los Zetas, así como la lucha por el territorio en la frontera norte con Estados Unidos e incluso al sur con Veracruz, convirtió a los 43 municipios de Tamaulipas en una zona de guerra, donde los enfrentamientos, secuestros y tiroteos fueron parte del día a día de los tamaulipecos.
UN CAMPO DE EXTERMINIO
La Bartolina es un terreno ubicado en el ejido El Huizachal, a alrededor de 20 minutos de la zona urbana de Matamoros, en el camino a playa Bagdad y a pocos kilómetros de la frontera con Estados Unidos, con Brownsville, Texas. Ahí la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB), organismo que coordina, junto con las diversas autoridades federales y estatales, acciones de búsqueda de todo tipo con la finalidad de dar con la suerte o el paradero de las personas desaparecidas, reportó el hallazgo en el 2021 de media tonelada de restos óseos en cinco años de intervenciones esporádicas. No obstante, advertía que debido al espacio y amplitud de la zona las fosas podrían ser mucho más.
Incluso se habló de la posibilidad de que, por su cercanía con un cuerpo de agua, gran cantidad de restos humanos hubieran sido arrastrados o estuvieran en el fondo, complicando aún más las labores de ubicación.
De acuerdo con la CNB, en México existe una crisis de desaparición de personas, que asciende a más de 93 mil personas, de vidas y de familias sufriendo la ausencia y la grave violación de derechos humanos que implica la desaparición. Según sus datos, la mayoría de estas desapariciones han sucedido a partir del año 2007.
La violencia originó miles de historias de familias, marcadas por tragedias como la lucha por el reconocimiento y búsqueda de los desaparecidos. Uno de esos casos es el de la familia de Roberto Quiroa, quien tras haber sido secuestrado dos veces en Reynosa, Tamaulipas, y liberado con el pago de rescates, en la tercera ocasión nunca volvió, no ha regresado y nada se sabe de él desde mayo de 2014.
Su madre Rosa y su hermana Delia iniciaron una travesía para buscarlo, la que las puso un día de frente a La Bartolina.
LA SÚPLICA AL CRIMEN ORGANIZADO
Pese al constante hallazgo de restos óseos, este lugar era sometido solo a dos diligencias por año, lo que llevó a Delia Quiroa, ya como representante del colectivo de buscadores Diez de Marzo, a pedir permiso al grupo armado Los Ciclones para entrar al predio y excavar con sus propias manos.
Aunque no hubo una respuesta expresa, el silencio les dio valor y el 12 de agosto de 2021 buscadoras, buscadores, familiares, personal de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) custodiados por la Guardia Nacional y la Policía Estatal de Tamaulipas ingresaron al campo de exterminio, acompañados por reporteros de Organización Editorial Mexicana (OEM): en menos de 30 minutos en el predio agreste los integrantes del contingente encontraron algunos huesos. Metros adelante había zapatos, algunos de mujer; estos hallazgos confirmaron a los buscadores que ahí había ocurrido algo terrible y aún había pruebas que preservar.
Drones sobrevolaban la zona para buscar desde el aire posibles fosas, mientras en tierra las madres, hermanas, esposas y demás familiares, en su mayoría mujeres, con picos, palas e incluso las manos buscaban cualquier indicio que pudiera dar cuenta del paradero de sus desaparecidos.
En esos primeros días concurrieron historias terribles, como la de Martha, quien buscaba a siete de sus familiares desaparecidos, mientras los grupos de búsqueda llamaban a madres texanas a acudir a La Bartolina para unirse a las labores de rastreo.
Esta búsqueda, que duró dos días y que la OEM documentó palmo a palmo, se convirtió en un hecho mediático, en un acontecimiento internacional que desenterró la tragedia de los desaparecidos en México, algo que ha existido desde hace décadas, pero que muchos optaron por ocultar bajo la tierra.
LA VISITA DE LA ONU Y DILIGENCIAS PERMANENTES
La divulgación de la tragedia que en esa zona existe generó que representantes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) acudieran a 13 entidades de México, entre ellas Tamaulipas, para reunirse con familiares de los desaparecidos.
En su informe final, la ONU recomendó que el país abandone el enfoque de la militarización como modelo de seguridad pública, ya que esto ha sido ligado con faltas a los derechos humanos.
Las prioridades planteadas por la ONU señalan que se deben tomar en consideración los criterios de responsabilidad de los servidores públicos, sensibilizar sobre las desapariciones e implementar debidamente el marco normativo.
LA BÚSQUEDA SIN FIN
Hasta ahora, los científicos de la FGR han integrado 220 perfiles genéticos en las osamentas encontradas, sin embargo, los nombres y su origen se desconocen. Roberto Quiroa sigue ausente. Delia y su madre, que de rodillas pidió el apoyo al presidente Andrés Manuel López Obrador, continúan en la línea de fuego, sin titubear, pues saben que el camino pudiera ser aún más largo, ya que Tamaulipas es una tierra donde hay 12 mil 260 personas con reporte de desaparición.
Actualmente, las diligencias en La Bartolina son permanentes y realizadas por personal de la Fiscalía General de la República (FGR), bajo la observación de colectivos de buscadores, y a un año de esa inédita intervención, solo dos personas han sido identificadas.