Incendios y deforestación: Las ocho normas que avivan el fuego en Bolivia

Foto: APG

El año 2019 Bolivia cerró la gestión con el reporte de 6,4 millones de hectáreas quemadas en todo el territorio nacional. El 31% del área afectada fue bosque, el restante 69% corresponde a pastizales. Según el monitoreo de la Fundación Amigos de la Naturaleza, los incendios son una amenaza constante. Sin embargo, es importante entender que el fuego es apenas un síntoma de un problema mayor que viene registrándose en la última década: La acelerada pérdida de bosques en el país.

La relación no es casual sino causal. La pérdida de bosque implica la pérdida de la posibilidad de regular el clima en el lugar, esto se traduce en sequías más duras que a su vez hacen que el bosque sea material combustible para incendios forestales.

Frente a esto, el discurso gubernamental trata constantemente de desprenderse de cualquier responsabilidad, posicionando a otros factores (cambio climático, chaqueo ilegal, sequías) como los únicos responsables de los incendios. En realidad, son muchos los factores que entran en juego, entre ellos las normativas públicas que responden a un modelo de desarrollo que prioriza la agroindustria y la ganadería extensiva por encima de la riqueza forestal.

“No es casual que desde el 2013, mediante la promulgación de distintas normativas que posibilitaron la ampliación de la frontera agropecuaria, la dotación de tierras en zonas de vocación forestal y la promoción de los desmontes y chequeos, el gobierno nacional fue afinando alianzas políticas con las elites agro-empresariales del oriente boliviano”, señala el investigador Guillermo Villalobos.

El exterminio de bosques en Bolivia

El año 2013, el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, a través de la Dirección General de Gestión y Desarrollo Forestal determinó que en Bolivia existen 9 tipos de bosque: amazónico, chiquitano, seco interandino, tucumano boliviano, chaqueño, de llanuras inundables, pantanal, yungas y andino.

De éstos, la mayor superficie boscosa corresponde a los de tipo amazónico (37,8%), chaqueño (17,6%) y chiquitano (16,8%).

El 80% del total de bosques en el país se encuentra en Pando, Beni y Santa Cruz, el restante 20% en la vertiente oriental de la cordillera de los Andes, en los valles interandinos y en menor grado, en el altiplano.

Según registros de la Autoridad de Bosques y Tierras (ABT), entre 1998 y 2018, se desmontaron 1.518.669 hectáreas de forma legal, reportándose un ascenso brusco desde el año 2013. Desde el año 2015, es posible hablar de un incremento de 200% de la deforestación. El año 2018, Bolivia reportó más de 259.000 hectáreas deforestadas con autorización de la ABT. La cifra desmontada sin autorización, es incierta, no obstante, se estima que es al menos 40% adicional a la cifra oficial.

Según datos aún más drásticos manejados por Probioma, Bolivia pierde 300.000 hectáreas por año y entre el 2001 y el 2017, el país deforestó 4,5 millones de hectáreas. Posicionándose con esta cifra en el quinto país más depredador del continente, luego de Brasil, Estados Unidos, Argentina y Paraguay.

Histórico de desmonte autorizado. Elaboración ABT

El año 2015, una investigación publicada por la Revista Nature, posicionó a Bolivia como uno de los países del mundo con más árboles por persona, 5.465 árboles per cápita. Sin embargo, el actual modelo de desarrollo pareciese estar enfocado en reducir esa riqueza.

Según el Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo (INESAD), Bolivia tiene una tasa de deforestación per cápita de 310 m2/persona/año superando de lejos al promedio mundial que es de 9 m2/persona/año. Según el mismo informe, las emisiones de carbono producto de esta deforestación (cerca de 14 tCO2/persona/año) equivalen al consumo de combustible de por lo menos cuatro vehículos por persona por año en Bolivia. la realidad es que, a pesar de nuestros árboles, somos un gran contribuidor al calentamiento global.

Agroextractivismo que impulsa la deforestación

Según la Fundación Tierra, la degradación de los bosques y la deforestación se ha incrementado debido principalmente a la expansión agresiva de la frontera agrícola y pecuaria y a la colonización de nuevos asentamientos en tierras de vocación forestal.

“Desde el año 2013 hemos evidenciado una taza elevadísima de desmonte que va en ascenso. Esto tiene relación con la ley 337 conocida como el “perdonazo” de los desmontes ilegales que sacó el gobierno de Morales”, explica Alcides Vadillo, investigador de la Fundación Tierra, refiriéndose a la medida legal que “perdonó” 1.582.807 hectáreas deforestadas sin autorización.

Vadillo agrega que, “adicional a ello, el año 2015 se amplió la cantidad de hectáreas que se autorizan para desmonte de 5 a 20 hectáreas sin mayores trámites (Ley 741). Entonces, lo que vemos hoy, no es otra cosa que el resultado de todas esas políticas públicas”.

Tanto Probioma como la Fundación Solón, identifican un “paquetazo” de políticas públicas favorecedoras del extractivismo, el desmonte, la quema y los transgénicos:

  • Ley 337 (2013): apoyo a la producción de alimentos y restitución de bosques.
  • Ley 502 (2014): Ampliación del plazo y modificación a la Ley N° 337 de apoyo a la producción de alimentos y restitución de bosques.
  • Ley 741 (2015): se autoriza el desmonte de hasta 20 hectáreas para pequeñas propiedades destinadas a actividad agrícola y ganadera.
  • Ley 1098 (2017): de agrocombustible Etanol y biodiesel.
  • Ley 1171 (2019): se autoriza quemas para actividades agropecuarias.
  • Decreto Supremo 3973 (2019): se autoriza el desmonte en Santa Cruz y Beni para actividades agropecuarias.
  • Decreto Supremo 26075 (2001) Modificada (2019): ampliación de fronteras de producción del sector ganadero y agroindustrial sobre áreas de bosque.
  • Decreto Supremo 4232 (2020): se autoriza al Comité Nacional de Bioseguridad establecer procedimientos abreviados para la evaluación del maíz, caña de azúcar, algodón, trigo y soya, genéticamente modificados en sus diferentes eventos, destinados al abastecimiento del consumo interno y comercialización externa.

Pablo Villegas, investigador del CEDIB afirma que “toda esta destrucción que hoy vemos es resultado de una política nacional que para implementar ganadería y agricultura intensiva no le queda otra opción que arrasar con los bosques.”

Los árboles se pagan con agua

Los expertos coinciden en que la pérdida de bosques no significa sólo disminución de árboles sino una afectación sustancial a la biodiversidad lo que a su vez amenaza con la pérdida de la capacidad de producción alimentaria en el país.

“Parece básico decirlo pero es necesario. El agua no viene del cielo sino de la tierra. Hay todo un ciclo hídrico que de alterarse, se pone en vilo el equilibrio del hábitat. Ya hay alteración en los niveles de humedad en la zona chiquitana que se traducen en sequías extremas y condiciones favorables a la ocurrencia de incendios”, advierte Vadillo.

En la misma línea, la Fundación Amigos de la Naturaleza reportó que entre los meses de enero hasta julio de 2019, previo a los incendios en la Chiquitanía, hubo un déficit hídrico extremo por una disminución de la precipitación de hasta -62% en comparación con la precipitación acumulada entre 1981-2018. La disminución de humedad, es decir, de capacidad de lluvia, amenaza constantemente la pervivencia de fauna y flora de la zona.

Este artículo, publicado por primera vez aquí, fue compartido como parte del World News Day 2021, una campaña global que destaca el papel fundamental del periodismo basado en hechos a la hora de proveer noticias e información fiables al servicio de la humanidad. #JournalismMatters

Chiquitania: el fuego ya arrasó más de medio millón de hectáreas

Imagen: Bomberos de UUBR San José.

Desde hace más de un mes los incendios forestales no dan tregua en la Chiquitania. Hasta el 25 de agosto de 2021, según el Sistema de Monitoreo de Bosques, se registraron nueve puntos activos de quemas con una afectación de aproximadamente 600 mil hectáreas.

La jefa de la Unidad de Bomberos de la Gobernación de Santa Cruz, Yovenka Rosado, informó a Bolivia Verifica que nueve municipios se mantienen en alerta debido a los incendios forestales y que hasta el 24 de agosto de 2021 habían 21 quemas.

“Los incendios están devastando el Este de Santa Cruz. Hasta el momento son nueve los municipios que están en emergencia”, precisó Rosado.

A la fecha los municipios de Roboré, San Matías, Charagua y Puerto Suárez se declararon en desastre por incendios forestales, mientras que el Carmen Rivero Torrez se encuentra en proceso, informó Rosado, quien agregó que Concepción, San José y San Ignacio también están en proceso de elaboración de su declaratoria de emergencia por la situación.

Los focos de calor ingresaron a las áreas protegidas de San Matías, Otuquis, Valle de Tucabaca, Laguna Concepción, Ñembi Guasu, San Ignacio de Velasco, Valles Cruceños, la reserva Bajo Paraguá y Orquídeas del Encanto. En algunas zonas el fuego ya fue controlado, pero en otras áreas las llamas siguen avanzando.

El incendio más reciente dentro de un área protegida, precisó Rosado, fue en el Parque Nacional Otuquis, en la frontera con Brasil y Paraguay, y en San Matías. Aseguró que se enviará asistencia técnica y recursos económicos para combatir el fuego.

Los incendios forestales en Bolivia consumieron 749 mil hectáreas desde enero hasta julio de 2021, informó la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN) que hace monitoreo satelital. “Entre los meses de enero a julio de 2021 se han registrado un total de 749 mil hectáreas quemadas en Bolivia”, dijo la entidad no gubernamental, que hizo el estudio a partir de imágenes satelitales Sentinel-2, de la Agencia Espacial Europea.

Los departamentos de Santa Cruz (este) y Beni (noreste) “concentran el 94 por ciento de las áreas quemadas”, según el informe de FAN que realiza anualmente monitoreos sobre las destrucciones de bosques y pastizales.

Las afectaciones

“Son más de medio millón de hectáreas que han sido impactadas por los incendios, sobre todo del área protegida de San Matías. Allí los incendios se registran desde hace más de un mes, es la que tiene la mayor superficie afectada de superficie quemada con 240 mil hectáreas aproximadamente”, precisó Oswaldo Maillard responsable del Observatorio de Bosque Seco Chiquitano a Bolivia Verifica.

El biólogo conservacionista detalló las afectaciones de las demás áreas protegidas. En el área indígena Ñembi Guasu el fuego arrasó más de 90 mil hectáreas y junto a San Matías son las que reportan incendios de data antigua. En esa zona las quemas se originaron en dos sitios, la primera fue en Chochís en la región de Taperas extendiéndose hacia la frontera con Paraguay. En el Parque Nacional de Otuquis las llamas consumieron más de 12 mil hectáreas y en Laguna Concepción otras 10 mil hectáreas.

Incendio de magnitud en el área protegida de San Matías. Foto: Alfaro Tapia.

“En general, los incendios están principalmente dentro de las áreas protegidas afectando aproximadamente a 400 mil hectáreas. Eso es lo preocupante. Si hay más de medio millón de hectáreas quemadas y las comparamos con lo de las reservas, entonces esas cifras son alarmantes”, lamentó Maillard.

Los fuegos activos

El Sistema de Monitoreo de Bosques registró, en tiempo real, que existen 9 puntos activos de incendios. Según Maillard en las áreas protegidas donde hay incendios forestales que aún no son controlados son Ñembi Guasu, Otuquis y Bajo Paraguá.

“Hubieron varios incendios en marzo afectando a Otuquis y San Matías. En julio y agosto empezaron con los incendios que tenemos hasta ahora. En San Matías no lo pueden controlar hasta el momento. El gobierno nacional y departamental han hecho gestiones para apagar las llamas, pero no han sido suficientes”, advirtió el responsable del Observatorio.

En Ñembi Guasu las quemas son recientes, se registran desde hace una semana aproximadamente. Sin embargo, para Maillard el impacto a esta área es “devastadora” porque el año pasado sufrió otro siniestro forestal.

Afectación a los animales

El biólogo aseguró que no existen datos o cifras precisas de las especies de mamíferos que están sufriendo las consecuencias de los incendios forestales porque se precisa de evaluaciones en campo. Sin embargo, detalló los animales en riesgos y que son sensibles a los cambios en su habitad: en San Matías está la paraba azul; en la zona del Chaco en Ñembi Guasu están los felinos grandes como los pumas y jaguares, el chacho solitario y otros.

Felinos que fallecieron a causa del humo, en la reserva Ñembi Guasu. Foto: Jerjes Suárez.

“Se calcula que puede haber afectado a más mil especies de vertebrados. Es necesario hacer un análisis para tener cifras exactas”, finalizó Maillard.

Piden más ayuda

Diferentes instituciones protectoras del medio ambiente solicitaron a las autoridades departamentales y nacionales más acciones para contener las llamas y prevenir futuros siniestros.

“No podemos esperar a que se quemen millones de hectáreas para esperar. El fuego no espera burocracia, está sucediendo un genocidio por tercer año consecutivo sin responsables y sin tener a ninguna persona tras las rejas este año. Han dicho que han identificado a los autores de San Matías, pero ¿dónde están? Se han quemado más de 230 mil ha de un área que por ley está llamada a ser protegida por el Estado y no lo hicieron. Rompe el corazón ver los animales y la sequía que se sufre en la zona, además que ya hay un muerto por la intoxicación del humo. Los incendios son un atentado a la salud pública”, exhortó la cofundadora de Alas Chiquitanas, Daniela Justiniano en contacto con Bolivia Verifica.

Voluntarios y guardabosques

Rosado informó que en las áreas afectadas se encuentran trabajando 11 brigadas de bomberos forestales de la Gobernación en 7 municipios, los cuales coordinan acciones con las Fuerzas Armadas, con los comunarios, técnicos del municipio y bomberos voluntarios.

Voluntarios sofocando las llamas en la reserva San Matías. Foto: Alfaro Tapia.

Justiniano explicó que ingresaron a la reserva de San Matías  más bomberos voluntarios, militares y guardaparques de La Paz para controlar las llamas, pero el cambio climático de una región a otra les está afectando negativamente.

Guardaparques de La Paz que viajaron a la reserva San Matías. Foto: Sernap.

“Es un calor extremo en San Matías y nos preocupa mucho porque uno necesita aclimatarse. Las personas de La Paz no están acostumbradas al calor y trabajar en medio del fuego los deshidrata de inmediato. Nos preocupa mucho la integridad de cada uno de ellos”, lamentó Justiniano.

No es el primer incendio de magnitud registrado en la Chiquitanía. En 2019 las llamas consumieron más de 2,7 millones de hectáreas de las reservas de San Matías, Otuquis, Ñembi Guasu, Tucabaca y Laguna Marfil. El siniestro fue catalogado como uno de los desastres ecológicos más devastadores de los últimos 10 años.

Este artículo, publicado por primera vez aquí, fue compartido como parte del World News Day 2021, una campaña global que destaca el papel fundamental del periodismo basado en hechos a la hora de proveer noticias e información fiables al servicio de la humanidad. #JournalismMatters