En colaboración para Organización Editorial Mexicana.
Adela Navarro es una periodista especializada en periodismo de investigación y directora general del semanario Zeta de Tijuana. Ha recibido el Premio Internacional a la Libertad de Prensa del Comité para la Protección de los Periodistas2 y el premio Courage in Journalism, de la International Women’s Media Foundation.
Cuando asesinan a un periodista, lo cual en México suele ser terriblemente común, duele la pérdida de una vida y pesa saber que no lo volveremos a leer. O a escuchar. Que no sabremos nunca de las investigaciones que estaba preparando, la corrupción que indagaba, la complicidad criminal que revelaría. El entorno sin periodismo de investigación se vuelve oscuro.
Francisco Javier Ortiz Franco es uno de los 135 periodistas asesinados en México desde el año 2000 a la fecha, de acuerdo con la organización Artículo 19. Lo mataron en el 2004 después de develar una red de corrupción e impunidad entre el cártel Arellano Félix en Tijuana, Baja California, e integrantes de la entonces Procuraduría General de Justicia del Estado, para proveer de identificaciones apócrifas que acreditaran a los nuevos miembros de ese cártel de las drogas, como policías judiciales.
Sin el periodismo de investigación ejercido por Ortiz Franco, jamás hubiésemos conocido los nombres de los miembros del cártel Arellano Félix, que a partir de la publicación de ZETA fueron perseguidos por las autoridades federales, estatales y municipales. Hoy día, el asesinato del periodista continúa en la impunidad, pero la enorme mayoría de aquellos delincuentes señalados está en prisión lo más, muertos los otros.
El periodismo de investigación rompe con la oscuridad en la que se resguardan los corruptos, los abusadores, los represores de la sociedad, los criminales organizados o los de cuello blanco. Sin el conocimiento de los hechos, sin la propagación de las ideas y el pensamiento, no habría democracia, tampoco justicia.
Particularmente en los últimos años, o con mayor soltura aprovechando los canales de acceso a la información que se abrieron en el país -a fuerza de exigirlos-, periodistas de investigación han roto la oscuridad gubernamental y dejado entrar la luz de la verdad, sustentada en cifras, en datos, en nombres, documentos y testimoniales sobre actos de corrupción que, de no existir el periodismo de investigación, permanecerían en la impunidad.
Ejemplos, afortunadamente para el ejercicio periodístico, hay muchos y que han resultado en expedientes judiciales que mantienen a unos en la prisión, a otros en la fuga, y a unos más, como el infame caso Odebrecht, gozando de la impunidad que da la negociación con el actual gobierno a cambio de información para pretender hundir a unos cuantos.
El periodismo de investigación no está sujeto a pactos como los que obtienen en las cúpulas del poder personajes de la política para no ser investigados.
El caso más reciente, conocido a partir de una nota informativa que develó con videos un acto en apariencia irregular, como lo consignaron las imágenes del hermano del Presidente, recibiendo cientos de miles de pesos en efectivo por parte del asesor de un gobernador, para invertirlos en la campaña presidencial de su consanguíneo hace algunos años. Acción que fue justificada desde el seno del Gobierno federal; un púlpito político desde donde se consigan actos similares de corrupción pero ajenos, no propios.
La sociedad mexicana no conocería las tropelías cometidas por gobernadores o secretarios de Estado si no fuese por el periodismo de investigación. La oposición no habría llegado a romper con decenas de años de hegemonía política en los gobiernos de los estados o en el de la República de no ser por quienes, teniendo una voz en los medios independientes de México, la cedieron a los oprimidos, a los liderazgos ciudadanos o fuera de la élite revolucionaria que vivió tantos años en la esfera gubernamental mexicana. El mismo Presidente que hoy reniega del periodismo de investigación lo defendió cuando en el pasado lo tomó como bandera para denunciar a los corruptos que ocupaban el gobierno.
Por eso, hoy más que nunca, con gobiernos populistas dominando la escena mundial, con oposición u oficialismo, es importante el periodismo de investigación para romper la oscuridad de la corrupción y la impunidad, fenómenos que inhiben la democracia y la justicia.